jueves, 3 de mayo de 2012

La fotografía surrealista nace en París

En la época en la que París está apurando los años locos (les annés folles), Francia pertenece al bando de los Aliados vencedores de la última guerra, es una sociedad menos politizada que la Alemania de Weimar y donde las industrias del lujo sostienen el renombre de la capital.


El Surrealismo-palabra inventada por Guillaume Apollinaire (1880-1918)-, según la definición de Andre Breton (1896-1966), es «tomar conciencia cada vez más clara y al mismo tiempo crecientemente apasionada del mundo sensible».

La revalorización del papel fotográfico y de la fotografía dentro de este movimiento ha indo en aumento a partir de las exposiciones constantes en torno a este movimiento, pero sobre todo el boom tiene lugar con la exposición en la Hayward Gallery de Londres en el año 1978, sobre el Dadá y el Surrealismo, o en el Centre Pompidou un par de años después.

En realidad lo que nosotros llamamos fotografía surrealista no existe como tal, si bien es cierto el evidente interés que el propio Breton manifestó por ella incluyéndola en el Manifiesto Surrealista  de 1924. En él llega incluso a atribuirse la invención de la propia fotografía. La creación de conceptos como el de fotografía surrealista obedece a la necesidad de crear en la historia del arte un cliché al que se van acomodando los diferentes estilos. De este modo, la fotografía es considerada como un pilar en el que se fundían o más bien entrelazaban los dos pilares freudianos de la teoría surrealista: el automatismo y el sueño.

Aunque la fotografía y el surrealismo son términos que, a priori, podrían resultar paradójicos entre sí, sin embargo la fotografía sí registro una consideración no conocida hasta ahora; ello lo demuestra, por ejemplo, el hecho de que artistas de otras disciplinas se interesaran por ella, e incluso hoy día sean conocidos por sus fotografías y no por sus demás obras, como es el caso de Man Ray (1890-1976); los debates en torno a su inclusión entre las demás Bellas Artes desaparecieron.


Man Ray, Kiki. Violon d´Ingres, 1924. Colección Gruber, Ludwing Museum, Colonia.


Jacques-André Boiffard, Sin título (ilustración para Nadja), 1928. Colección Lucien Treillard, París.

Esta diversificación en el origen de la obra se ve reflejada también en temas y técnicas que, además, ya venían “contaminadas” de las influencias de otros grupos. Y es que dentro de la “fotografía surrealista” caben, por una parte, las imágenes sin manipular de Jacques-André Boiffard, como las que realiza para ilustrar el libro de Nadja, o las que planteaban el pepel del testimonio fotográfico de los maniquíes de Hans Bellmer. (VV.AA, Historia general de la fotografía, Madrid, Cátedra, 2007).






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